“Siento en mi alma una tristeza mortal”
Palabras que dice Jesús a Pedro en el huerto de Getsemaní. N.T
I
Y en el huerto de Getsemaní,
el hombre dijo al padre:
- Aparta de mí este cáliz
no me obligues a beber
de esta copa de muerte -
“¿Qué ha pasado con el árbol
florecido en días de infancia,
cuando tú resplandecías
en la otra copa del mundo?
Era mi amante el aire
que me llevó a las cumbres,
el agua que corría me dio la eternidad.
Dios fluir: de tu nombre extraje
el pensamiento que hermana
nuestras vidas en eterno torrente.
Ah, como el agua corría
en manantiales puros
consolando el desierto,
ablandando las culpas
de mi pueblo en exilio.
Y aun así, no habrá música
que calme este quebranto.
Era tu rostro Juan
la azul sabiduría
del que sabe que amar
es dar a luz sin límites.
Tú dijiste:
- Es el agua, purificad el cuerpo,
reverdeced, en nuevas floraciones -.
Tú eras el agua, Juan, yo el fuego impaciente,
flotaba por el viento de las torres del cielo,
buscaba mi morada entre los ángeles
cuya metáfora viva es sólo un pájaro.
II
“Pero, ahora inasible
en la muerte hipotética,
en la temperatura
congelada del mito,
me miro entre los hombres,
y quiero ser un hombre,
o una mujer pincelando
innumerables cunas.
Locura. Ay locura,
No me has dado la vida,
has llenado de presagios
mi común nacimiento”
Él huía hacia Egipto,
El báculo de Herodes
puso grana en la tarde
por la sangre inocente.
“Yo abrazaba la culpa
como cruz prematura.
Una voz me hablaba
en las alturas”:
- Han muerto por ti,
escucha como llora
Raquel al degollado.
Vivirás a la sombra
de los niños fantasmas.
Tú serás, el hermano
el gran sobreviviente - .
El hombre gime en su copa,
“OH Señor,
no me obligues.
Yo no quiero la cruz,
quiero el agua fluyendo,
el porvenir del alba
Dadme el alba señor,
que al fondo solo intuyo
la bruma y el madero”.
IV
(Coro)
No queremos la cruz,
no el absurdo Gólgota.
Hemos nacido al margen
de la tibieza humana
porque somos el fuego
o el agua caudalosa,
porque somos el aire
ondulando la historia.
Tres veces nos ha negado
la cordura
y de tres a un millón
y miles repetida,
ha prohibido levantar
pierda sobre la piedra
el templo de utopía
su clara arquitectura.
No queremos la cruz,
ni las correas
ni los límpidos gráficos del alma.
Somos el caos perfecto del poeta.
saturando la paz con girasoles
o suicidas que amaban "la otra orilla”
Angustia de vastedad,
Hermanos,
cómo duele la belleza,
contra la sombra breve
de una vida tan breve.
Dios volverá con nosotros
cuando no sea necesario
que existan entre nosotros.
Dios es caos y cosmos:
una ciudad remota,
Jerusalén Celeste
que baja de los sueños.