La dialéctica de la guerra
Entre límites que juegan su oscuro crucigrama
no caben ya los nombres de las cosas.
El eterno escriba apresura el espacio
que cierran las fronteras
al silencioso verbo.
La tierra es un verbo silencioso.
Debajo de los juegos de soldadito raso
que hoy ostenta mísiles y empalaga argumentos
estrategias, dialéctica de guerra,
mandatos del mercado global...
para la misma muerte inevitable.
Solitaria de todo y en pena esta la tierra
Ah mito de los niños que proclama al Dios grotesco
El más grotesco Dios que ha ostentado la historia
Dios Pluto en su condena sonriendo al usurero:
fríos estados rezando su plegaria al becerro.
Solitaria de todo como detrás de un sueño.
Neología de un cuento circular a la asfixia.
Solitaria de todo está la tierra;
vencida de sus frutos su ancianidad explora
la memoria de Dios
y en un oculto pacto comulga con la vida
de la inocente ameba
de su lava naciente,
del reptil y el diluvio
que su dolor convoca.
Que aún subsista la gracia
y el himno se inaugure,
es por sabiduría:
Metáfora de un loco.
o dignidad de infancia
en la memoria.
Plegaria al Dios del Desamparo
I
Líbrame de toda la agitación que existe.
No es mi imperio este imperio.
Ni el nuevo cubil donde se ponen
los nombres los niños
la cifra de la muerte:
numerales fantasmas
donde hubo pensamiento
¿Por qué habré de hablar de mundo
acaso el mundo de nosotros dice?
¿Habla el mundo plural
al singular anónimo?.
Una fogata entre escombros
y bolsas de residuos
acurruca a los niños
que duermen en la lluvia
Se reciclan los niños
y las almas en pena
de pura indiferencia
indiferenciadamente
Y no hay ninguna Palabra
no hay excusa que excuse al hombre
De ser el mismo infierno que se nombra.
El camino que ha visto la ternura
Está a más de mil metros bajo tierra
O tal vez en un siglo posterior que no es tiempo
En el exacto fin de la humana locura
Donde vuelve el albatros
con la rama de olivo
A dar la buena nueva:
“Tenéis el desamparo
La gran materia prima de la nada
Ahora es la hora
haced el paraíso”.
lll
Si el poeta prometeico
viene a dar testimonio de la luz
y el poeta maldito
el testimonio de la sombra
que nomina las cosas
de tal modo incipientes:
el poeta del silencio
viene dar testimonio de la fuga
poco hay que escuchar
del decidor aséptico
del urbano saber que
no ha visto la tierra
en la daga erudita
se crucifica el mundo
se suicidan las pausas
y el ancestral latido
son tan pocas las cuerdas
de la armonía eterna
tan puros los colores
que dan luz al asombro
y es mínimo el camino
de la palabra al acto
tan llano como un leve
camino de gaviota
desde la arena al cielo
desde el cielo a la arena
Precipitarse puede el verbo
hacia su barro.
Desnudo como el aire está
el Dios que se cierne
en la cuna sin voz del desamparo.
No profiero alabanzas
No profiero alabanzas
padezco con el ángel
El gólgota y la cruz
me com - padezco
En su nombre no invoco
Recuerdo repartida
la burla circular
De nuestra historia
Cuando anochece en cuervos
su corona de espinas
Y el presente aturde
la posterior leyenda.
Esa gran risotada
del rebaño que goza,
El dolor que no sufre
la agonía que ignora
Y el nombrado se vuelve
con los ojos en fuga
Y el corazón abierto
de inenarrable vértigo.
Como el niño que súbitamente
ha comprendido que ya no tiene padres,
Después del estallido
su ser sobreviviente
mira perplejo su nido en los escombros.
Él vino con su cruz a condenarse:
Los niños degollados
por el celo de Herodes.
Y su cielo en Egipto tiñéndose de rojo
Le dieron argumento
de celeste consuelo.
Morir desde el inicio Hermano.
Eso sucede el día que asumimos
la cruz sobreviviente.