Sigilosamente como el mar vence la roca
su original belleza de memorias y espinas,
de corales y pliegues que hablan del origen
la parsimonia sádica del siglo
da un rito de rompiente su venenosa espuma
y allí donde amanece se inaugura un eclipse.
Quién es el asesino, el verdadero
Y quién es loco o el suicida
Quién es el poeta condenado por la palabra excesiva
Y el sueño inadmisible.
No hay más que una verdad
y es la metáfora.
Metáfora el humano
con su pesar sin huellas.
Si leyeras su libro verías día tras día,
que el despertar diario
la noche derramada
dicen toda la historia,
lo que la historia esconde:
ese inicio pretérito de un niño en abandono.
Lo demás es sólo un rito de infamia acorralada
un cielo insoportable para los ojos miopes
de un telescopio queno ha alcanzado a Dios.
No digas mas...
Silencio...
Acaba de morir un niño
de este lado del mundo.
Una mujer clava un puñal
sobre el pecho partido
una herida más antigua que su edad.
Quién impulsa esa mano:
la tristeza innombrable.
Sólo es suicida aquel
que amó con desmesura la vida...
la muerte aunque su muerte
nunca será la suya.
Silencio...
hay muchas voces
de este lado del mundo.
No puedo oír el suave
crepitar del ángel.