Si todo fuera como el mar.
Y la locura un sueño entre cristales
“Dejadme dolerme, si lo queréis, mas dejadme despierto de sueño con todo el universo metido aunque fuera a las malas en mi temperatura polvorosa”
Cesar Vallejo
I
Si todo fuera como el mar.
Y la locura un sueño entre cristales
que de un barco abandonado
que el remolino quiebra.
Y entrar en ella consistiera
en ese gesto brumoso del soñante
que entre ser y no ser se precipita.
Y más allá del límite, como a veces ocurre,
acogiera al soñante el misterio del vuelo:
El mismo añejo vuelo que perdimos
desplegando en los vientos su osadía,
su potencia impotente de vigila.
Esa gran maravilla
de arrancarse para siempre la cruz,
hermano absurdo.
Ah, culpa sin porvenir,
Cáliz de furia.
De la cruz, para siempre
abrigando la herida
como un niño va a la cuna
en brazos de su madre
(ay, cuenca de añoranza)
como un ángel perdido
reedita el paraíso.
No hay riqueza más honda
que este vuelo:
Sueño de los sueños
conquistando lo eterno.
Doy por él mi vergüenza,
mi sentido, mi llave,
y el pedestal magnífico
de una vida correcta.
Doy por él mis cadenas,
Mentidas en nidales
donde reptan las fábulas
de los hombres acríticos.
Doy la fama extraviada
que se ahoga en sus mieles,
circular embeleso
que devora su origen.
Nada es mayor en este mundo
que una locura azul
en el umbral del verbo.
Nada tiene mayor sentido
que la tormenta
que llora nuestro llanto
que el volcán
que exhala nuestra ira
que el deseo infinito
de la fuga.