Pero estoy yéndome
en poniente de mí
hacia qué sitio.
A quién estoy diciendo
A quién estoy diciendo
mi propio espectro mira
con lástima esta furia
que golpea las teclas.
Sé: clamar es lo mismo
que decir al silencio
del Dios desesperado.
Pero estoy yéndome
en poniente de mí
hacia qué sitio.
Debo llevar entonces
un poco de hermosura.
Yo elegí la palabra
porque es inacabable
más libre que su nombre
más de alma que alma que la invoca.
Algo debe acompañarme
en el frío mortal de este destierro:
como la niña aferra su muñeca
la primera que tiene
olor a leche y penumbra.
Algo en mi mano dará fin a su hueco.
Mi pequeña muñeca sucesiva
nos iremos tan juntas.