
Cuando el ciclo te llama
Cuando el ciclo te llama
Y ya no escuchas
multitud de aleteos
te convoca el abismo.
Imaginas entonces
que te han bajado el cielo
por piedad a tus ojos
de invocación inútil.
La hierva crece al borde
como en los cementerios.
Y al borde abre sus poros
la atmósfera angustiada.
Titila un ángel
que siempre o nunca estuvo
ambiguo demencial.
Un semejante.
Y murmuras su nombre.
Es el agua que corre
consolando al desértico ambulante.
Tus pasos logran que olvides
que has perdido tus huellas
y te has puesto la mítica invisible.
Un absoluto suelta
tu corazón que cae
solo al foso: esa trampa
de la elegida muerte.
El Poeta ha dado a luz el desamparo
El poeta ha dado a luz el desamparo.
El siglo ha dado en sombra
la gran comedia onírica,
una cronología
de aceradas infamias.
Antólogo del viento,
tu tierra es siempre otra.
Tú emerges a la hondura
donde se inicia el ángel,
donde se esconde el monstruo
en profunda belleza.
Y es uno lo indecible y la metáfora.
El sentido de nombrar
está en el aire.
Y no hay historia en sus páginas
ni escribas diminutos
poblando de miserias la hermosura.
Es la nave intangible:
se mece entre los árboles,
entre el cielo y la tierra
estuvo el paraíso.
Hoy silencio
en el hueco del verbo
hay otro sitio
el desierto lo ama
en su espejismo
el paria en su destierro le da tierra
y un Dios aun no nacido
se refugia en su cuna.
Cuando anochezcas
serán todas las noches
tu nacimiento.
Tendrás un báculo
que dirá tu memoria.
Será el futuro.
Cuando no exista
el logos en su afán
ya no habrá absurdo.
Tienes la vela
la que conduce al siglo
donde no es tiempo.
Niega los nombres
el universo intenta
amanecerse.
Dí lo indecible
no convoques al páramo
de las palabras.
Crees que has muerto
porque hay huesos de un niño
Que nunca estuvo
Tú anochecido
de una década innoble.
Alguien te añora
Mira a lo lejos
Hay una cruz de luz
Y busca un himno.
Génesis