Debes rescatar lo acontecido.
Eso implica un hondo océano,
donde azul sin gravedad
agua y cielo
dan inicio al nuevo génesis,
aquel inadmisible
el que jamás fue escrito.
Tendrás en este empíreo de contrarios
la fórmula que hace al agua fulgurante
al fuego fluyente
seminal el aire
y a la tierra dura y grávida
una expansión aérea.
Han muerto los titanes, los olímpicos niños,
los pueriles guerreros del testamento bíblico.
Hoy lo desvastado se puebla de metáforas.
Lo primero fue el verbo
un soplo sustantivo.
Después hubo memoria
para llorar en ríos
Y deseo crujiendo en lava empecinada
de esculpir su esplendor
petrificando en pliegues
la tierra descendiente.
Hubo y nadie sabe si fue un ángel
o un su rojo reptil entre los cuencos
de las primeras grutas.
Origen no es origen
es nombrar lo que nieva
lo que arde y se aérea
y se fluye en el pecho.
Origen sustantivo aún no has dado tu soplo
en esa historia incierta que decidió un escriba
Dios todavía espera que lo nombren
diseminado y único
impalpable y seguro
en el libro del viento,
ese “único antólogo”.